31 octubre, 2010

Oraciones a quemarropa

Encontré sobre uno de los escritorios en mi trabajo un librito que atrajo mi atención por el rostro impreso en su portada. Justamente esta semana estuvieron promocionando la película biográfica "Lucho San Pueblo" sobre Luis Espinal Camps. El librito titula "Oraciones a Quemarropa" y contiene una recopilación de oraciones que encontraron entre sus manuscritos después de su muerte.

Uno de los párrafos de su introducción me pareció reflexionable, por lo tanto releíble y por ende reescribible.

"... orar es fácil. Para hablar con Dios no hace falta hacer nada raro; basta hablar. Y a Dios se le puede decir todo, sin miedo a ninguna censura, ha de ser un diálogo sin convencionalismos. A veces en la oración olvidamos la sinceridad brutal de Moisés, de Job o de Jeremías. Ante Dios debemos presentarnos como somos, sin reticencias. El resto es hipocresía."

Y DIOS....? *

A veces el mundo nos parece vacío, sin Dios.

Hay injusticias y Dios calla.
A dejado el mundo tan en nuestras manos,
que tenemos la posibilidad de destruirlo
y aún de crucificar a Dios.

A lo más imaginarnos un Dios lejano,
más allá de las nubes, como una galaxia.
Por esto, en la soledad nos tienta tanto
el tibio contacto humano...

Señor del misterio, danos a sentir
tu presencia en el corazón de la vida;
queremos hallarte en lo profundo de lo cotidiano.

Estás tan cerca que es un error
salir en tu búsqueda, lejos.
Estás presente entre nosotros, en cada uno;
te revelas en todo esto que fascina o hiere.

Tú estás presente en nuestra intimidad hecha diálogo,
cuando se enciende el iris del amor interpersonal

Sabemos que el pecado
es sólo una adoración
atajada a mitad del camino.

Ven, Señor Jesús.
Pero, en realidad, ya has venido;
ya estás viniendo.
Ya ha empezado la eternidad,
ahora sólo nos falta ver.

Entre tanto con los ojos bien abiertos
te buscaremos en todos los rostros humanos.
Sabemos que te estás revelando siempre,
en cada sonrisa, en cada problema.

Ábrenos, Señor, el oído,
como una antena espectante,
para escuchar tu latido,
repetido en cada ser humano.

Que no te busquemso solamente en el templo,
sino en la comunión de la góndola y de la acera.
Que no te miremos solamente en el crucifijo,
sino en la crucifixión del suburbio y del penal.
Presente en todos nuestros hermanos,
sobre todo en los más pobres y oprimidos,
que sepamos encontrarte a Ti, Señor.


GASTAR LA VIDA*

Jesucristo ha dicho
"Quien quiera economizar su vida, la perderá;
y quien la gaste por Mí,
la recobrará en la vida eterna".

Pero a nosotros nos da miedo gastar la vida,
entregarla sin reservas.
Un terrible instinto de conservación
nos lleva hacia el egoísmo,
y nos atenaza cuando queremos jugarnos la vida.

Tenemos seguros por todas partes,
para evitar los riesgos.
Y sobre todo está la cobardía...

Señor Jesucristo,
nos da miedo gastar la vida.
Pero la vida Tú nos la has dado para gastarla;
no se la puede economizar en estéril egoísmo.

Gastar la vida es trabajar por los demás,
aunque no paguen;
hacer un favor al que no va a devolver;
gastar la vida es lanzarse aún al fracaso,
si hace falta, sin falsas prudencias;
es quemar las naves en bien del prójimo.

Somos antorchas
que sólo tenemos sentido
cuando nos quemamos;
solamente entonces seremos luz.

Líbranos de la prudencia cobarde,
la que nos hace evitar el sacrificio
y buscar la seguridad.

Gastar la vida
no se hace con gastos ampulosos
y falsa teatralidad.
La vida se da sencillamente,
sin publicidad, como el agua de la vertiente,
como la madre da el pecho a su wawa,
como el sudor humilde del sembrador.

Entrénanos, Señor,
a lanzarnos a lo imposible,
porque detrás de lo imposible
está tu gracia y tu presencia;
no podemos caer en el vacío.

El futuro es un enigma
nuestro camino se interna en la niebla;
pero queremos seguir dándonos
porque Tú estás esperando en la noche
con mil ojos humanos rebosando lágrimas.


NO ACOSTUMBRARSE*

Tenemos la costumbre de acostumbrarnos a todo.
Ya no nos indignan las villas miserias;
ni la esclavitud de los siringueros;
no es noticia el "apartheid";
ni los millones de muertos de hambre, cada año.

Nos acostumbramos,
limamos las aristas de la realidad,
para que no nos hiera,
y la tragamos tranquilamente.

Nos desintegramos.
No es sólo el tiempo que se nos va,
es la misma cualidad de las cosas.
Lo más explosivo se hace rutina y conformismo;
la contradicción de la cruz es ya solo el adorno sobre un escote mundano,
o la guerra de un Hitler.

Señor, tenemos la costumbre de acostumbrarnos a todo;
aún lo más hiriente se nos oxida.
Quisiéramos ver siempre las cosas por primera vez;
quisiéramos una sensibilidad no cauterizada,
para maravillarnos y sublevarnos.

Haznos superar la enfermedad
del tradicionalismo, es decir,
la manía de emburtir lo nuevo en paradigmas viejos.
Líbranos del miedo a lo desconocido.

El mundo no puede ir adelante, a pesar de tus hijos,
sino gracias a ellos.
Empujemos.

Jesucristo,
danos una espiritualidad de iniciativa,
de riesgo, que necesite
revisión y neologismo.

No queremos ver las cosas sólo desde adentro;
necesitamos tener algún amigo
hereje o comunista.
Para ser disconforme como Tú,
que fuiste crucificado por los conservadores
del orden y la rutina.

Enséñanos a recordad que Tú, Jesucristo,
siempre has roto las coordenadas
de lo previsible.

Y sobre todo que nos nos acostumbremos
a ver injusticias, sin que se nos encienda la ira,
y la actuación.


JUVENTUD*
Ya casi no somos jóvenes;
la vida nos ha madurado y envejecido.
El abanico de posibilidades se ha ido cerrando;
y ahora, la vida es un camino prosaico entre dos cunetas.

Sentimos la tentación del desengaño,
tantos cadáveres de nuestros ideales.
Nos sentimos cansados de luchar;
y quisiéramos ya una vida aburguesada.

Señor consérvamos en la juventud
No nos dejes caer en la tentación
de la rutina y el dejarlo correr.

Jesucristo quisiéramos ser como Tú,
que no conociste la esclerosis de la edad madura,
y fuiste joven hasta la muerte violenta.

Danos juventud, aunque sea
solo juventud interna, de espíritu.
Hay que ser jóvenes de mentalidad,
y no sólo en el vestido.

Consérvamos la imprudencia de la juventud.
La bendita imprudencia que es capaz
de jugarse la vida por un ideal;
capaz de ilusión y de amor.

Que nunca seamos viejos, ni carga muerta,
meros frenos para los demás.
No nos satisface ser solo carteles,
indicadores de peligro a lo largo del camino.

Líbranos Señor de ser incompresivos
con los que nos siguen.
Ellos traes algo nuevo.
No queremso hacerles sufrir lo que hemso sufrido.

Enséñanos a cederles el paso a tiempo;
queremos aprovechar su energía, utilizar su crítica.
No queremos envejercerles
contagiándoles nuestra vejez prematura.


SEXO*

Vamos a desempolvar una palabra tabú: el sexo.
La hemos desterrado de nuestra oración,
para que se ocupe de ella la pornografía.

Pero el sexo
polariza todo el misterio del hombre.
Es tan fascinante
que puede convertirse en ídolo,
tan potente
que puede desencadenar la destrucción.

Nuestra sociedad supererotizada
ha degradado el sexo,
lo ha degradado al nivel
de lo simplemente animal.
Y en el hombre, también el sexo es humano...

Dios creador, te damos gracias por el sexo,
por esta división que aglutina,
por este cebo del amor.

No podemos ser renegados del sexo;
no podemos despreciar el motor de la vida.
Pero, porque lo amamos,
queremos respetarlo, como se respetan
tus grandes sacramentos, Señor.

En le sexo has puesto
los resortes más misteriosos del hombre;
en él se cruzan la belleza,
el amor y la persona

Señor, no permitas
que profanemos esta fuerza de vida,
esta potencia sobrecogedora que nos aterra.
Poque el sexo que anuda la familia,
también puede ser
un explosivo de odio y bestialidad.

No permitas que separemos el sexo y el amor.
El sexo no es todo el amor.
Si éste falta,
el sexo es sólo un instinto animal.
Cuando el sexo no expresa el amor
es rutinario y aberrante,
no es más que una descarga nerviosa.

No permitas que, por culpa del sexo,
sea estropeada la persona humana.
No existe un sexo inferior al otro;
ante Dios somos todos igueles;
todos igualmente hijos de Dios.

Señor, que no olvidemos que el sexo
no es la última realidad,
que sólo tiene sentido transfigurado por el amor.


CASTIDAD - OBSESIÓN*

Cuántos cristianos han reducido
su religiosidad a una obsesión sexual.
Señor, cómo hemos empobrecido tu Evangelio...

Quisieramos gritar por las calles que ser cristianos
es algo más que "no fornicar",
que es un simplismo pueril
convertir al hombre en puro sexo.

No queremos seguir formando a nuestros hijos
hipersensibles ante la castidad,
y en cambio encallecidos para todo lo positivo:
la justicia, el amor, la oración.

La impureza ya ocupa todo el horizonte moral,
y no hay sitio para nada más.
La moral puritana puede ser más nociva que la pornografía.

El pecado de la carne es el más epidérmico;
es peor el orgullo o el egoísmo:
pecados básicos que tragamos piadosamente.

Enséñanos a dar su verdadero valor a las virtudes,
a respetar la jerarquía.
La castidad sólo vale
porque es cáscara del amor.

El peor pecado solitario es el egoísmo.

Danos unos ojos de niño
para ver osn limpiezatu creación:
que recordemos que Tú lo hiciste todo "bueno" (Gn 1, 3-31)

No queremos oir hablar de "virtud angelical",
porque Tú no usabas circunloquios remilgados
para hablar de la sexualidad.
Sobre todo, que no olvidemos que solo fuiste duro
con el fariseísmo de los "perfectos",
los que juzgan y se escandalizan.

* Oraciones a Quemarropa (1981). Luis Espinal